Viveros, el pulmón verde de Valencia

DE LA ALMÁCIGA REAL AL ÁRBOL KUSAMAKI. Los Jardines del Real son el parque más emblemático de Valencia por su extensión, situación y diversidad botánica, al margen de haber sido testigo de la historia de la ciudad desde el siglo XI. El parque, hoy un pulmón verde en la marabunta de coches, toma su nombre del Palacio Real, un edificio situado en su interior hasta su demolición en 1810, aunque los valencianos se refieren normalmente a él como Viveros, denominación que obedece a la antigua existencia en la zona de una finca, la Huerta de Vivel, de la que se obtenía agua de riego y que fue «donada al ayuntamiento en 1903 para plantel o viveros de árboles», como destaca la web municipal Jardines de Valencia.

Los Viveros son ahora un parque público muy agradable, repleto los fines de semana, con los niños celebrando cumpleaños y muchos vecinos tomando una cerveza en los bares de su interior, pero antiguamente fueron los jardines privados que circundaban la almunia o palacio de recreo de los reyes taifas de Valencia. El palacio, construido por Abd Al-Aziz en el siglo XI, fue luego residencia de los monarcas de la Corona de Aragón y residencia de virreyes y capitanes generales. Pese a que el parque presenta hoy un aspecto un tanto avejentado, sigue siendo un destino botánico de primer orden con árboles únicos.

El uso del jardín como vivero está documentado desde al menos 1560, año en que «Felipe II dispuso le fuesen remitidos desde la almáciga del Real de Valencia infinidad de naranjos y limoneros así como más de cuatro mil plantas florales para embellecimiento de los jardines de su Palacio de Aranjuez», prosigue la web municipal.  Según explica el profesor José Francisco Ballester, del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, «en Valencia se cultivaban especies que al parecer no se daban fácilmente en aquellos tiempos en otras zonas, o eran desconocidas».

  • El uso del jardín como vivero está documentado desde al menos 1560

En 1810, con motivo de la Guerra de la Independencia, el Palacio del Real fue derribado para evitar que fuera usado como fortín por las tropas napoleónicas, aunque cuatro años después, por impulso de Francisco Javier Elio, capitán general de Valencia y defensor de la ciudad, se empezó a acondicionar la zona como jardín, unas obras que se consumarían en el siglo XX.

Pinus canariensis.
Pinus canariensis.
rea-Araucaria heterophylla
Araucaria heterophylla.

Entre otras actuaciones, en 1926 se cerró su perímetro con una verja, aún presente, y se emplazaron en los jardines una gran cantidad de estatuas conmemorativas,  fuentes y buena parte de los árboles monumentales de la actualidad. Según datos municipales, en 2014 había exactamente 2.769 ejemplares de 167 especies botánicas diferentes, incluyendo también plantas herbáceas y arbustos.

El parque contiene individuos excepcionales como la alineación de Washingtonias filifera y los Pinus canariensis de la entrada, que crecen junto a un imponente Ficus macrophylla al que le medí una circunferencia de 7,55 metros y un Ficus drupacea o higuera de Mysore, una especie muy escasa en nuestros jardines. Hay también un gran cóculo junto a un laurel y, un poco más adelante, en el paseo de los Jardineros Peris, una hermosa Araucaria heterophylla de 24 metros de altura.

El paseo concluye con ejemplares de gran porte de braquiquito rosa, jacarandá, grevillea y árbol de la lana, entre otros, pero si hay un árbol que destaca por su tamaño y su rareza es el impactante Pococarpus macrophyllus (4,56 metros de perímetro a 1,30 m.) que puede observarse una vez pasado el Museo de Ciencias Naturales. Se trata de una conífera de origen asiático, conocida internacionalmente con el nombre japonés kusamaki, que tiene la hoja perenne y unos estróbilos que por su color rojizo recuerdan a los del tejo. Otro ejemplar de la misma especie, pero más pequeño, puede contemplarse en el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia.

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