UN REMANSO DE PAZ AL SUR DEL TÁMESIS. El 21 de marzo de 1829, el duque de Wellington y el conde de Winchilsea se citaron en los campos de Battersea para resolver una cuestión de honor. Cuando llegó el momento de disparar, el primero apuntó a un lado, lejos de su oponente, y el segundo disparó al aire. Así se resolvían en aquel tiempo los duelos entre la aristocracia londinense, una especie de ritual en el que ninguno de los contendientes deseaba la muerte del otro. Y Battersea era un lugar habitual donde celebrabarlos.
El actual parque de Battersea, situado en la ribera sur del Támesis, frente a Chelsea, fue en la antigüedad un terreno pantanoso, propenso a las inundaciones, pero ya en el siglo XVII había sido transformado en una rica huerta salpicada de acequias en la que se cultivaban zanahorias, melones, espárragos y otras hortalizas que abastecían los mercados de Londres. El puente que cruza el río y enlaza con Chelsea se construyó en 1771.


La industrialización cambió la faz del barrio en dos décadas, con la instalación de muelles portuarios y fábricas de cerámica y de trabajo del cobre. Quedó sin embargo un terreno de 83 hectáreas que fue preservado y reconvertido en un parque que abrió sus puertas en 1854 -aunque fue inaugurado oficialmente por la reina Victoria cuatro años después-, bajo el diseño del arquitecto y urbanista Sir James Pennethorne. Un gran lago central fue uno de sus elementos más destacados. Para los aficionados a los árboles, el parque cuenta actualmente con más de 4.000 ejemplares, «muchos de los cuales se remontan a la disposición original de 1858», como relata en su web la asociación de Amigos del Parque de Battersea.
Battersea es el mayor parque del sur de Londres y sin duda el menos frecuentado por la vorágine de turistas que llenan Hyde Park o Saint James, lo que le confiere un atractivo indiscutible. Es una delicia pasear por él a primeras horas de la mañana, solo rodeado de algunos corredores y jardineros, entre árboles tan gruesos que llegan a formar un bosque impenetrable y junto a explanadas de inmaculado césped.



El parque sufrió en el siglo XX sufrió varias reformas que incluyeron la construcción de varias instalaciones deportivas (fútbol, críquet, hockey), un coqueto jardín de estilo japonés y otro subtropical, un parque de atracciones ya desaparecido (cerró en 1974 a raíz de un grave accidente), un pequeño zoo, un recinto de exposiciones y, recientemente, en 1985, una pagoda budista que se ha convertido en uno de sus reclamos turísticos. Durante la Segunda Guerra Mundial, en el parque se instalaron baterías antiaéreas, se excavaron refugios y parte del terreno fue asignado para el cultivo de verduras y para la cría de cerdos. También, como detalle curioso, allí jugó en el siglo XIX uno de los equipos de la primera liga de fútbol inglesa, el Wanderers FC.



Los plátanos y en menor medida las robinias, los castaños, los robles pedunculados y los castaños de indias son los árboles más habituales en Battersea, con ejemplares enormes que superan los 25 metros de altura, pero en el parque están representadas al menos medio centenar de especies diferentes. Hay, por ejemplo, hermosos cipreses de los pantanos, tejos, fresnos, ailantos y alisos, así como una metasecuoya, arces de Capadocia, falsos castaños de California y diversos ginkgos.

El selecto catálogo elaborado por Tom Maxwell, de la asociación de Amigos del Parque de Battersea, destaca dos híbridos muy escasos que no fui capaz de localizar en mis recorridos matinales: junto a la pagoda hay al parecer un gran Sorbus x thuringiaca, un cruce Sorbus aria y Sorbus aucuparia, y junto al lago, cerca de la Pup House Gallery, se encuentra un Arbutus x andrachnoides, un madroño híbrido de origen griego con un tronco de tres metros de diámetro.
Qué bonita la segunda foto!