UN SENDERO FAMILIAR POR EL PARQUE NATURAL DE LOS ALCORNOCALES, EN CÁDIZ. El sendero de Valdeinfierno, en el parque natural de los Alcornocales, es un recorrido apto para todas las edades que permite observar formaciones de Quercus canariensis, un roble o quejigo de ámbito muy restringido en la Península, y descubrir la belleza de un canuto, que es como son conocidos en esta zona de la provincia de Cádiz los bosques de galería que crecen encajonados siguiendo los pequeños cursos de agua. Había planificado la visita con antelación por estos dos motivos, por lo que el mal tiempo que nos dio la bienvenida, con llovizna y temperaturas frescas para primavera, no nos echó para atrás.
Para llegar al inicio de la ruta hay que tomar la salida 73 de la autovía A-381 y seguir unos dos kilómetros por la vía de servicio en dirección a Los Barrios. Tras dejar el coche en un aparcamiento situado a mano izquierda, el camino empieza con una subida muy llevadera, siguiendo la antigua cañada real que unía las localidades de San Roque y Medina Sidonia. Aquí ya se pueden observar ejemplares destacados de Quercus canariensis. Si se opta por hacer este tramo en automóvil, se accede directamente al canuto y al arroyo, donde hay incluso un tramo circular adaptado para personas con movilidad reducida. La ruta recorre en total 4,5 kilómetros y se puede realizar con niños en menos de dos horas.


Quercus canariensis, conocido generalmente como roble o quejigo andaluz, es una quercínea que crece fundamentalmente en espacios umbríos y no lejos de cursos de agua, en ambientes sin heladas o con heladas muy ocasionales. Y de forma casi exclusiva en suelos silíceos. Valdeinfierno es un buen ejemplo.
‘Quercus canariensis’, una quercínea de ámbito muy reducido, tiene sus mayores bosques en el parque natural de Los Alcornocales
Pese a su nombre científico, debido probablemente a un error del botánico alemán Carl Ludwig Willdenow (1765-1812), que al parecer confundió dos etiquetas de árboles diferentes y atribuyó un origen canario a la especie, el ámbito de distribución actual de Quercus canariensis se limita a un puñado de enclaves en Argelia, Marruecos y la península Ibérica. En España se observa ocasionalmente en las sierras costeras catalanas -muy hibridado con otros robles-, Montes de Toledo-Villuercas y Sierra Morena, pero es en Andalucía occidental y más exactamente en el parque de los Arcornocales donde encuentra sus mayores bosques. También hay poblaciones en el Algarve.
Los mayores ejemplares de Valdeinfierno están en el tramo inicial y miden entre 15 y 20 metros de alto, aunque las guías recuerdan que en la sierra gaditana los hay que llegan a los 30. En esta zona están adehesados, a veces alternándose con alcornoques, mientras que junto al arroyo se trata de pies más juntos y estrechos.


Sin ánimo de ser exhaustivo -consultar, por ejemplo, la excelente aplicación Arbolapp, desarrollada por el CSIC-, las hojas suelen ser de tamaño medio-grande (10-15 cm de largo), alargadas (tendencia a lanceoladas) y con el borde festoneado. Como el quejigo y el rebollo, el follaje es fundamentalmente marcescente -no cae en otoño, sino cuando surgen las nuevas hojas en primavera-. Nosotros las observamos recién salidas, con un color verde claro, pero luego se oscurecen y llegan a la tonalidad de la mayoría de robles ibéricos. Aún no había flores ni bellotas.
Una vez se acaba la pista forestal, tras dejar a mano izquierda una casa forestal, llega el territorio más frondoso, con una vegetación arbórea formada por alisos y nuevos quejigos con el tronco cubierto totalmente por líquenes y musgos. El curso del Valdeinfierno tiene agua en cualquier época del año, lo que permite la existencia de la vegetación característica de los canutos, como avellanillos (arraclanes), helechos, sauces, ojaranzos (rododendros), durillos y acebos, un ecosistema que se considera una reliquia de tiempos pasados más húmedos y fríos. Es la laurisilva gaditana.