HOMENAJE AL ÁRBOL MÁS GRUESO DE CATALUÑA. El viejo castaño de Can Cuch, el árbol con mayor perímetro de tronco de toda Cataluña, ha iniciado el inexorable camino que lo llevará a la muerte, un proceso que se ha acelerado en los últimos años debido a los menores aportes de agua procedentes de la riera que pasa a su lado y a la compactación del terreno por efecto de las pisadas. Su tronco está hueco y su desvencijada silueta ya no muestra la densidad de los árboles jóvenes. Sin embargo, el coloso sobrevive y todavía se observan por toda su copa los característicos frutos en forma de cúpula erizada, las futuras castañas, según pudimos comprobar en nuestra última visita. La ruta que lleva hasta el árbol, sumamente recomendable, tiene 12 kilómetros, ida y vuelta.
El castaño o castanyer de Can Cuch, también conocido como el castaño de la Casa del Bosc, se encuentra en la ladera sur del macizo del Montseny, en el término municipal de Cànoves i Samalús (Vallès Oriental, Barcelona). Está muy cerca de la riera de Vallforners, tributaria del Mogent, en la cuenca del Besòs, lo que sin duda le ha aportado el agua necesaria para alcanzar sus grandes dimensiones y sobrevivir durante nada menos que 600-700 años, su edad estimada. La Generalitat lo catalogó en 1988 como árbol monumental de Cataluña.


El tronco, el elemento más reseñable del castaño, tiene un perímetro de 13,30 metros (a 1.30 m.), según mi medición con cinta en mayo de 2020, aunque es difícil afinar puesto que crece en pendiente y tiene varias ramas y protuberancias que dificultan la tarea. Por dentro está hueco, como sucede en otros muchos árboles vetustos, pero en este caso es de una manera tan espectacular, posiblemente agravado por un incendio accidental sufrido en 1936, que en su interior se ha formado una estancia (incluida chimenea) a la que se puede acceder por una especie de puerta. Según parece, un carbonero vivió allí en los años 60 del pasado siglo.
«Había chimenea, cama, mesa y un banco para sentarse -escribía hace casi cuatro décadas Ramon Vinyeta en Els arbres monumentals de Catalunya-. En su interior, que mide unos cuatro metros cuadrados, en cierta ocasión nos metimos 25 personas».
En cuanto a la altura, ronda los 18 metros, que no es excesivo para un árbol tan grande, aunque varias informaciones a mi entender exageradas hablan de hasta 24 m. Algunas zonas de la copa están muy debilitadas, pero el árbol resiste. «Hace años grabaron una O con una navaja y ya casi no se ve porque la piel del árbol crece y va cubriendo sus heridas. A veces le doy un vistazo y si hay que expurgar ramas lo hago, pero es un árbol salvaje y no necesita un cuidado diario», explicaba hace unos años su propietario, Josep Cuch, en una entrevista con mi compañera Gemma Tramullas en El Periódico de Catalunya.



Al margen del castaño, cuya majestuosidad ya justifica por sí sola la visita, el camino que lleva hasta el árbol está repleto de atractivos rincones, incluido un pequeño embalse, varios riachuelos, una poza donde vimos a gente bañarse y en general una vegetación muy variada, con bosques de ribera, pinares y encinares de Quercus ilex ilex bien conservados. El terreno es accidentado, pero el sendero principal está bien acondicionado y señalizado y, salvo algunas cuestas no excesivas, no presenta la más mínima dificultad. La hermosa ruta, poco transitada hasta hace pocos años, se ha convertido en un atractivo turístico de primer orden y no ha habido más remedio que restringir el paso de vehículos.
La ruta suele estar muy concurrida, especialmente en otoño, pero se agradece la ausencia de coches
El recorrido se inicia nada más cruzar el pueblo de Cànoves en dirección al embalse de Vallforners. Para los visitantes motorizados, el coche debe dejarse en alguno de los dos párkings habilitados (3 euros en 2020 durante los fines de semana y festivos). El primero se encuentra justo antes del pantano, pero es muy pequeño y es habitual que esté lleno. El segundo, más cercano al pueblo, se llama de Can Domènec y supone recorrer a pie 1,7 kilómetros más (y otros tantos de vuelta), aunque el ayuntamiento ha habilitado un sendero muy agradable, con pasarelas de madera, que discurre paralelo a la riera de Cànoves. De hecho, este tramo es uno de los más bonitos de toda la ruta y en él se pueden observar bosques de ribera muy variados, con alisos, fresnos, avellanos, pinos y chopos.


Luego llega el dominio de las encinas, salpicado ocasionalmente por algún castaño o roble pubescente. Tras bordear el embalse, que siempre queda a mano izquierda, debe tomarse un desvío a mano derecha -con su correspondiente señal-. Empieza entonces la parte más empinada del recorrido, aunque en ningún momento se hace dura, hasta alcanzar el castaño. Muy cerca del árbol hay un restaurante, la Casa del Bosch, pero el día de nuestra última visita estaba cerrado.
En total, partiendo de Can Domènec se llega al castaño al cabo de 2.15 horas, a paso tranquilo (con niños). Para la vuelta optamos por un camino alternativo más alejado de la riera y menos transitado que pasa junto al Hotel de Can Cuch. Como sorpresa, pudimos contemplar algunas hayas. Fueron otras dos horas de excursión. Aunque la ruta está muy concurrida en fin de semana, como mínimo se agradece la ausencia de coches.
Nombre del ejemplar: castaño de Can Cuch (en catalán, castanyer de Can Cuch o d’en Cuch, aunque la actual normativa ortográfica prescinde de la H final).
Especie: Castanea sativa.
Nombre común de la especie: castaño.
Ámbito de la especie: Cuenca mediterránea, desde Oriente Próximo hasta Galicia. Su distribución actual, que incluye buena parte de Europa, ha sido en gran medida favorecida por la actividad humana.
Perímetro del tronco a 1,30 m: 13,30 metros (2020).
Altura: 18 m (2020).
Altitud sobre el nivel del mar: 800 m.
Edad del ejemplar: Entre 600 y 700 años (estimación).
Ubicación: Municipio de Cànoves i Samalús, cerca del pantano de Vallforners. Coordenadas GPS (anotación Google Maps: 41.736166, 2.350205 // 41°44’11.5″N 2°20’58.0″E).