ONCE PARADAS BOTÁNICAS EN EL JARDÍN BARCELONÉS. El parque del Laberinto de Horta (en catalán, Laberint d’Horta), situado en la ladera de la sierra de Collserola, por encima de la Ronda de Dalt, es el jardín más antiguo que se conserva en la ciudad de Barcelona y sin duda uno de los más populares debido al ajardinamiento con setos de ciprés que le da nombre. Sin embargo, el parque no siempre ha estado incluido en el término municipal de Barcelona, sino que en sus orígenes era una finca boscosa y con algunos huertos ubicada en el vecino pueblo de Horta, que no fue anexionado hasta el año 1904.
Joan Antoni Desvalls, marqués de Llupià y de Alfarràs, miembro de una destacada estirpe de militares y cortesanos, compró la finca a finales del siglo XVIII para levantar en ella una lujosa residencia de estilo neoclásico con el amor como eje. La finca pasó a ser propiedad municipal en 1969 y dos años después fue reabierta como parque público.
La antigua finca del marqués de Llupià paso a ser propiedad municipal en 1969. Dos años después se abrió al público
Al margen del laberinto de cipreses, delicia de los más pequeños, el parque actual cuenta también con varios edificios de valor arquitectónico e histórico, estanques adornados con esculturas de inspiración clásica, bellos senderos a los que no suelen llegar los turistas y un destacado interés botánico e incluso faunístico. En una reciente visita, por ejemplo, observé ardillas y huellas de jabalí, así como multitud de herrerillos, carboneros y otras aves paseriformes. Asimismo, todo hay que decirlo, acoge en verano una nutrida población de mosquitos.
Joan Antoni (o Juan Antonio) Desvalls, prototipo del prohombre ilustrado, muy interesado por las artes y las ciencias, contrató al ingeniero italiano Domenico Bagutti para que se encargara del diseño del primer ajardinamiento, cuyas obras se iniciaron en 1791 y concluyeron en 1808. Gran parte de las plantaciones las dirigió luego el jardinero francés Joseph Delvalet. No obstante, el aspecto actual es en buena medida una herencia de las ampliaciones acometidas por los herederos del fundador, fundamentalmente por su nieto Joaquim Desvalls. Entre otros hitos destacados, a mediados del siglo XIX se creó el actual Jardín Romántico, la zona con más sombra, que incluye un canal de agua que se abastece de tres fuentes naturales situadas ladera arriba.




El plan comarcal de 1953 declaró la finca como parque no urbanizable, lo que privaba a la familia Desvalls de darle otros aprovechamientos. Así que, años después, al no poder asumir los gastos de mantenimiento, los herederos decidieron venderla al ayuntamiento o, más exactamente, lograron una permuta por unos terrenos en la avenida Diagonal, en la zona alta de Barcelona. La gran afluencia de público en los años posteriores a la inauguración de 1971 obligó a una nueva y gran reforma en 1994, a la que siguieron varias posteriores de menor calado. Sin embargo, el hermoso Laberinto nunca ha podido desprenderse de la imagen de parque en decadencia que necesita una inyección de dinero.
Diversos estudiosos ya han abordado de manera pormenorizada las características y los elementos más destacados del Laberinto, muy particularmente la historiadora María Rosa Romero, ya fallecida, autora de una completa monografía publicada en 1996. Por lo que respecta a los árboles, debe recordarse que Desvalls siempre quiso que su residencia estuviera rodeada de naturaleza, por lo que solo 9 de las 55 hectáreas de la finca corresponden a la zona urbanizada. El resto, el terreno con mayor pendiente, es una continuación poco alterada de la vegetación de Collserola, es decir, bosque mediterráneo dominado por encinas, pinos carrascos, lentiscos y madroños.
La zona visitable ofrece varias posibilidades de recorrido


GLICINIA. Nada más atravesar la puerta de entrada, junto al antiguo palacete de la familia Desvalls, se puede observar a mano izquierda una gran glicinia (Wisteria sinensis), una planta trepadora de origen asiático. La floración de color azulado y levemente perfumada es un espectáculo en primavera.

TILOS. De los muchos ejemplares que acoge el parque del Laberinto, estos son posiblemente los de mayor tamaño. Son concretamente tilos plateados (Tilia tomentosa). Si se visitan en floración -a finales de la primavera y principios del verano- desprenden una fragancia que no pasa inadvertida.

TEJO. Uno de los mayores tejos (Taxus baccata) del parque del Laberinto se puede observar unos pocos metros después de los tilos, junto a la llamada Puerta China, vestigio de un viejo jardín oriental ya desaparecido. A su lado hay también un reseñable laurel (Laurus nobilis) con varios troncos.

LENTISCO Y CÓCULO. Una vez pasada la Puerta China, se gira a mano izquierda por un camino secundario y allí mismo se encuentran dos ejemplares reseñables (si tenemos en cuenta que se trata de dos especies generalmente de porte arbustivo). El lentisco cuenta con un perímetro de tronco de 1,14 m. y el cóculo alcanza el 1,04 m.

CEDRO. El Jardín Doméstico, desgraciadamente cerrado al público, incluye un cedro del Himalaya (Cedrus deodara) incluido en el catálogo de árboles de interés local de Barcelona. Se cree que fue plantado hacia 1910. Se puede ver desde las vallas metálicas que impiden la entrada.

SECUOYA. Volvemos para atrás, llegamos a la Plaza de los Leones y tomamos el camino principal. Tras pasar por uno de los cipreses más gruesos del parque (2,79 de perímetro), se observa a la derecha otro de los árboles incluidos en el catálogo municipal. Se trata de una secuoya roja o Sequoia sempervirens plantada hacia 1923. Tiene un tronco de 2,48 metros de perímetro y una altura de 28 metros.

EUCALIPTOS. Dos de los árboles más gruesos del jardín del Laberinto, con un perímetro de tronco de 4,18 y 3,78 metros, se encuentran a la derecha del anterior emplazamiento, junto a una plazoleta de sombra permanente donde crece un viejo tejo. Es imposible no verlos porque su altura es similar a la de la secuoya. Son Eucalyptus globulus.

LABERINTO DE CIPRESES. El laberinto vegetal que da nombre al parque ocupa una superficie de 45 x 50 m. Tiene forma trapezoidal, no cuadrada, y se basa en el mito griego del laberinto cretense donde estaba encerrado el Minotauro. Una placa en la entrada explica el reto: «Entra, saldrás sin rodeo, / el laberinto es sencillo, / no es menester el ovillo / que dio Ariadna a Teseo».

BOSQUE MEDITERRÁNEO. Sin necesidad de adentrarse en la zona menos accesible y más silvestre del parque, en los alrededores del canal superior es posible observar un conjunto exuberante de encinas, robles pubescentes y pinos carrascos, representantes de la vegetación potencial de la zona. También hay esbeltos pinos piñoneros.

AGAPANTOS. La sombra y la humedad del Jardín Romántico favorecen la existencia de plantas acuáticas, hiedras que lo tapizan todo y muy particularmente una gran extensión de agapantos o lirios africanos (Agapanthus africanus), con una vistosa floración azul en verano. Le acompañan evónimos, durillos, laureles y pitósporos, entre otras especies arbustivas.

PLÁTANOS Y TILOS. En la parte occidental y a una altura inferior que el resto del parque se encuentra el jardín romántico, presidido por un canal con agua. En este tramo, buscando la luz, se alzan los árboles más esbeltos del Laberinto de Horta, entre ellos varios plátanos, tilos (Tilia x europaea) y castaños de Indias, así como pinos canarios y una robinia de grueso tronco.
El laberinto siempre merece una visita!