El drago de Icod de los Vinos, el dragón superviviente

VISITA AL ‘MILENARIO’ EJEMPLAR. El drago de Icod de los Vinos se ha convertido en uno de los símbolos de la isla de Tenerife, en Canarias, como lo son también el Teide, los carnavales, las papas con mojo, el gofio, los plátanos o el pinzón azul. De media, unos 5.000 visitantes acuden a diario a la pintoresca localidad para hacerse una foto a la vera de tan sorprendente espécimen, una afluencia que ha obligado a instalar una valla protectora para evitar que las pisadas compacten el terreno y que los vándalos rajen su corteza. «Parece extraterrestre», clamaban unos jóvenes en nuestra última visita. Sin embargo, el calificativo más habitual es de otra índole: por su aspecto, da la impresión de ser un superviviente de tiempos pasados.

«Vale la pena de trasladarse a Icod, aun con los ojos llenos del deslumbramiento de La Orotava, y ver al Teide desde el drago, desde su sombra legendaria y prehistórica contemplar aquel cono impasible, lleno de sol, que sacude los nervios con bárbara valentía. Desde ninguna parte el Teide es más bello. Y hasta esa belleza parece prestársela el árbol. Dignos el uno del otro», escribía hace ya ocho décadas el periodista y escritor Leoncio Rodríguez (1881-1955), autor del primer catálogo de árboles singulares e históricos de Canarias.

La fama del drago de Icod está justificada. No solo se trata del ejemplar conocido de mayor tamaño en el mundo, pues se eleva hasta los 17 metros de altura y tiene un impresionante perímetro en la base de 20 metros, según consta en la guía del parque que lo custodia, sino que además es el de mayor edad, posiblemente entre cuatro y ocho siglos, aunque de este controvertido aspecto hablaremos más adelante. Es conocido como el drago «milenario», pero no lo es casi con toda seguridad.

Los dragos son unas plantas leñosas de ámbito silvestre muy restringido (están catalogados internacionalmente como vulnerables). Se conocen una veintena de especies, la mayoría en África, pero el drago por antonomasia o Dracaena draco es exclusivo de las islas Canarias, Madeira y Cabo Verde, más un enclave en el suroeste de Marruecos descubierto para la ciencia a finales del pasado siglo. Aunque parezcan emparentados con las palmeras, en realidad pertenecen a la familia de los espárragos y los ágaves.

Una de las curiosidades de los dragos es que si en el tronco se hace una incisión, exuda una savia que al entrar en contacto con el aire se vuelve de un color rojo que parece sangre. Esta particularidad está sin duda en el origen del simbolismo de la especie. Su propio nombre, por ejemplo, es un homenaje científico a Ladón, el dragón de las cien cabezas que, según la mitología griega, custodiaba el jardín donde se refugiaban las ninfas Hespérides.

En este sentido, una leyenda canaria cuenta la historia de unas doncellas que se bañaban desnudas en el mar y que se salvaron del acoso de un comerciante recién llegado en barco a la playa de Icod al encontrar refugio en el interior del vetusto drago. El intruso lanzó un dardo contra el monstruo vegetal que las protegía y entonces comenzó a gotear sangre. Asustado, el mercader huyó despavorido con su barco y no se lo volvió a ver.

La corteza de los dragos exuda un líquido rojizo si se hace un corte. Parece sangre

El drago de Icod de los Vinos tiene efectivamente una enorme gruta en su tronco que se eleva hasta seis metros de altura y a la que se accede por una puerta. Para evitar un deterioro de su salud por este motivo, en 1985 se practicó un profundo saneamiento que incluyó retirar madera vieja y putrefacta, cortar varias ramas que amenazaban la estabilidad del ejemplar e instalar en su interior un ventilador eléctrico para mejorar la circulación del aire y frenar la proliferación de hongos y bacterias. Los trabajos se encargaron a Kenneth Allen, un reputado arborista estadounidense.

Las constantes ambientales son igualmente monitorizadas para prevenir cualquier achaque. César Palacios, periodista y gran divulgador ambiental, que ha tenido la oportunidad de acceder a las entrañas del drago, relata: «He sentido una gran emoción dentro del colosal gigante verde. Es una gran cueva vegetal donde caben cómodamente cinco personas de pie».

El ejemplar está hueco en su interior. Caben cómodamente cinco personas de pie

La fama del drago de Icod viene de lejos. «Siendo ministro de Fomento el señor Gasset, en un decreto que publicó sobre Parques Nacionales, en febrero de 1917 -recordaba el periodista Leoncio Rodríguez-, decía que igualmente deben catalogarse todas las demás particularidades aisladas notables de la Naturaleza patria, como grutas, cascadas, desfiladeros, y los árboles que por su legendaria edad, como el Drago de Icod; por sus tradiciones regionales, como el Pino de las Tres Ramas, junto al santuario de Queralt, o por su simbolismo histórico, como el Árbol de Guernica, gozan ya del respeto popular».

Cuenta otra leyenda que junto al drago de Icod de los Vinos se celebró en el siglo XV la reunión de los cuatro últimos menceyes o caudillos guanches para acordar la paz con el rey de Castilla y así evitar un derramamiento de sangre entre la población indígena. El drago figura actualmente en el escudo de la localidad.

La edad del drago de Icod es motivo de acaloradas discusiones desde que el destacado polímata alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) y luego el astrónomo británico Charles Piazzi Smyth (1819-1900), durante sendas visitas a Tenerife, propusieran que otro ejemplar aún mayor que crecía en La Orotava y que sucumbió en un temporal en 1869 tenía 7.000 y 3.000 años, respectivamente, aunque no se sabe muy bien cómo llegaron a esa conclusión. Si aquel ejemplar había vivido varios milenios, la edad del drago de Icod sería algo parecido, pero un poco menos.

Nuevos visitantes no hicieron más que perpetuar el mito. «El año 1907, con motivo de una visita que hicieron a esta isla los profesores y alumnos del Colegio Politécnico de Zúrich, estuvieron en Icod ocho días dedicados a estudiar, el drago y sus características: más esenciales. De dichos estudios dedujeron que su edad era de 2.500 años», escribe Leoncio Rodríguez.

La edad del drago de Icod es motivo de acaloradas discusiones. Antiguamente se pensaba que podía tener 3.000 años. Hoy las estimaciones más fiables fluctúan entre 400 y 800 años

El problema con los dragos es que no son árboles en sentido estricto, sino plantas leñosas de aspecto arbóreo, y a diferencia de lo que sucede con los pinos o los abetos, por ejemplo, su tronco no se renueva anualmente creando un anillo de madera. Así que todos los intentos por datarlo son aproximaciones con un gran margen de error.

El geógrafo y naturalista Rafael Almeida Pérez, del Jardín Botánico Viera y Clavijo, estima que no supera los 400 años. A esta conclusión llegaba en un estudio publicado en 2003 tras contar las agrupaciones forales que tenía, concretamente 24, y teniendo en cuenta que los dragos florecen de media una vez cada 15 años. Otro estudio, en cambio, estableció que tiene al menos 800 años en función del análisis de crecimiento de «las raíces troncales», aunque desconozco los detalles de cómo se efectúa. Finalmente, el folleto turístico y el lector de QR del Parque del Drago se refiere a 700-1.000 años «según las últimas investigaciones», pero tampoco especifica nada.

El ejemplar mantiene un estado de salud relativamente bueno pese a su avanzada edad. En 1993, el Ayuntamiento de Icod desvió la carretera que pasaba a pocos metros. Y entre 1997 y 2000 se creó el parque de tres hectáreas que actualmente lo rodea y en el que, además del gran drago y de un vivero de dragos más jóvenes, puede observarse una buena representación de la flora canaria autóctona y de actividades humanas tradicionales. Muy recomendable. La entrada para adultos cuesta 5 euros (2021). Los locales entran gratis.

Comparte

1 comentario en “El drago de Icod de los Vinos, el dragón superviviente”

  1. Pingback: El Árbol de Sangre de Dragón es único, y hace honor a su nombre - Noticias Hoy

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *