UN JARDÍN PÚBLICO LLENO DE ESPECIES TROPICALES. El Parque de Málaga o parque de la Alameda, un jardín público único en España por la variedad de sus árboles y sus palmeras de orígenes exóticos, surgió a la estela del gran crecimiento comercial experimentado por la ciudad andaluza a finales del siglo XIX. El puerto de Málaga necesitaba crecer para acoger un mayor número de barcos y la única posibilidad era ganar terrenos al mar y construir dos nuevos diques.
El proyecto suponía adelantar la línea de costa en una franja de unos 60 metros de ancho que se rellenarían de tierra y escombros y finalmente acogerían un parque diseñado como prolongación del paseo de la Alameda. Sin embargo, los planos de la obra, presentados en 1876 por el ingeniero Rafael Yagüe, no se hicieron realidad hasta dos décadas después debido a problemas de financiación y otras vicisitudes legales, según explica en un pormenorizado artículo María Rosario Barrionuevo, especialista del Archivo Municipal de Málaga.

El parque es un resultado de la ampliación del puerto malagueño de finales del siglo XIX. Se ganó al mar una franja de unos 60 metros de ancho
Fue exactamente en 1896 cuando, gracias a la intermediación del entonces presidente del Consejo de Ministros, el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, se desencallaron los permisos legales y la obra pública pudo empezar bajo diseño de Enrique Crooke Larios, Manuel Rivera y Joaquín de Rucoba, entre otros arquitectos y paisajistas. Debido al elevadísimo coste de las obras, muy superior al previsto originariamente, por un momento se llegó a pensar en vender y privatizar los terrenos, pero finalmente se evitó gracias a una aportación extraordinaria del Estado.
Las plantaciones se iniciaron en 1899, aunque las grandes obras del parque, incluido el alcantarillado, la iluminación y algunos edificios, no estuvieron completamente acabadas hasta 1926. En el ámbito botánico, la última gran reforma aconteció en 2007, con la incorporación de numerosas especies nuevas hasta llegar a 300, según consigna la web municipal dedicada al jardín.
Aunque en su historia centenaria se han turnado momentos de esplendor y de ostracismo -entre otros avatares, sufrió un vendaval en 1963 que causó graves daños y acogió en los años 70 del pasado siglo la instalación de la Feria de Málaga-, el jardín ha cumplido el objetivo para el que fue construido: hoy en día es el parque más popular y transitado de la ciudad.

El jardín tiene una forma de rectángulo largo y estrecho (600 x 60 metros), más una pequeña porción semicircular y separada el resto del parque en la zona más cercana a la calle de Molina Lario, para un total aproximado de 3,6 hectáreas. El diseño geométrico del núcleo principal consta de tres grandes senderos pavimentados -jalonados por placetas circulares y un auditorio al aire libre- que discurren paralelos al paseo de los Curas y al paseo del Parque, dos vías con abundante tráfico y un ruido del que es difícil desprenderse. La vegetación funciona como barrera.
El parque se beneficia de unas temperaturas suaves en invierno que permiten el crecimiento de plantas de ámbitos tropicales
La ciudad se beneficia de unas temperaturas suaves en invierno, de unas precipitaciones (540 mm anuales) superiores a las de otros enclaves mediterráneos y de una insolación cercana a las 3.000 horas anuales. Gracias a este clima, el Parque de Málaga, como sucede también con el Jardín de la Concepción y otras notables zonas verdes malagueñas, puede acoger especies propias de países tropicales que morirían sin remisión en prácticamente toda Europa o necesitarían cobijarse bajo techo en los momentos más fríos del año. Además, cuenta con riego en todo su ámbito.

«Desde el punto de vista botánico, el parque de Málaga es muy valioso porque tiene una representación bastante amplia de todas las partes del mundo, plantas que en otros lugares no las ves más que en invernaderos», afirma Blanca Díez, profesora de la Universidad de Málaga y coautora junto a Alfredo Asensi de dos libros-guía sobre el parque.

Debido al gran desarrollo de los árboles y las palmeras, los caminos son bastante sombríos, lo que atempera el calor en los peores momentos del verano y convierte el parque en un agradable lugar muy transitado por paseantes, carritos de bebés y deportistas. Eso sí, también por personas sin techo.
De hecho, en el aspecto negativo destacan también su aspecto desvencijado, con parterres rotos, agujeros en el suelo y desconchados en el mobiliario urbano, así como los actos de vandalismo que se pueden apreciar en los troncos de algunos árboles. Al parecer, según destacan los vecinos, es un lugar habitual de botellones en fines de semana.

La distribución de las especies no parece guardar ningún criterio, resultado de las diversas y caóticas plantaciones acometidas desde principios del siglo XX, aunque al menos se intenta que plantas con los mismos requisitos de agua estén en zonas próximas, según subraya el ayuntamiento en un folleto informativo. De hecho, los botánicos Blanca Díez y Alfredo Asensi lamentan la muerte en tiempos pasados de algún ejemplar muy valioso por culpa de una plantación en un lugar poco adecuado, como una Dicksonia o helecho australiano, según declaraciones de 2014 al diario La Opinión de Málaga.
Del total de 300 especies diferentes, varias decenas son auténticas rarezas en Europa. En el capítulo de los árboles se pueden observar ejemplares de los cinco continentes, desde nuestros habituales robles, encinas o almeces, hasta representantes de la flora de América (jacaranda, ceiba, negundo, ahuehuete, aguacatero), África (tulipero de Gabón, árbol de coral, pándano, encefalarto, Ficus lirata), Asia (pocodarpo, ginkgo, ficus de diversas especies, árbol de Júpiter) y Australia-Pacífico (macadamia, grevillea, diversos braquiquitos y araucarias).

No hay ningún catálogo público sobre las fechas de plantación. Muchos de los especímenes son jóvenes, pero como mínimo se sabe, como explica el profesor Asensi en el mismo artículo periodístico, que una araucaria forma parte del parque desde sus orígenes. Supongo que se refiere a la enorme Araucaria bidwillii que destaca en el centro del parque, puesto que el parque cuenta también con sendos ejemplares de A. heterophylla y A. columnaris, una riqueza poco común. Quizá las tres sean centenarias.
Por el notable desarrollo del tronco, también parecen proceder de las primeras plantaciones dos ahuehuetes (Taxodium huegelii), un gran árbol de fuego (Brachychiton acerifolius) y varios pinos canarios (Pinus canariensis), entre otros. No obstante, y aunque sea más joven, por altura pocos árboles compiten con la Ceiba pubiflora situada junto al busto dedicado a Rubén Darío, no lejos de la fuente de las Tres Gracias.
El jardín destaca ante todo por su variada colección de palmeras, algunas auténticas rarezas
En cualquier caso, si por algo impresiona el jardín malagueño es por su destacada representación de palmeras, el tercer espacio en España con mayor variedad tras el Jardín de la Concepción, también en Málaga, y el Jardín Botánico de la Universidad de Valencia. «Hay más de 80 especies -escribe Blanca Diez Garretas-, de las que más de una docena están catalogadas por la IUCN como amenazadas de extinción, en unos casos debido a la destrucción de sus hábitats y en otros por el abuso en la recolección ilegal de semillas». Entre otras muchas rarezas, prosigue Díez Garretas, destaca un ejemplar de latania azul (Latania loddigesii), originaria de las islas Mascareñas y catalogada como especie en peligro de extinción, y dos ejemplares conocidos con el nombre de palmera majestuosa (Ravenea rivularis), endémica de Madagascar y catalogada como vulnerable.